miércoles, 9 de junio de 2010

El Cartel de Los Sapos.. Un Mundo de Drogas y Traición!!


Entrevista al Autor


Del paraíso al infierno. ¿Así podrían resumirse sus años ligados al narcotráfico? ¿O siente que han sido un purgatorio permanente?

R- No puedo negar que pasar de tener muy poco a tenerlo todo a tan corta edad no fue fascinante, pero de ahí en adelante muchas cosas fueron un completo infierno. Hoy en día, me siento en paz conmigo mismo, con la sociedad y con la justicia de los hombres. Trato, simplemente, de llevar una vida normal.

- ¿Por qué terminó involucrado en este negocio ilícito? ¿Ambición? ¿Malas compañías?

R- Además de las dos anteriores, por estúpido.

- ¿Ha creído, en algún momento, que valió la pena haberse dejado tentar por el mundo de la droga?

R- No. Pero quiero ir más allá de eso. En un país tan carente de oportunidades, o de valores, perder o ganar es solo cuestión de oportunidad. Ese era mi destino y en ese destino también estaba marcado el aprendizaje. Hoy tengo la fortuna de llevar toda una experiencia a un grupo infinito de seres humanos que necesita un consejo.


















- Durante el tiempo que estuvo en ese mundo, ¿qué fue lo que más disfrutó?

R- Lo mismo que hoy disfruto: mis hijos.

- De niños, todos soñamos con ser médicos, bomberos, policías y hasta ladrones. ¿Qué quería ser usted cuando fuera grande?

R- Primero, escritor; luego, biólogo marino.

- ¿Quién se convirtió en su guía o a qué personaje quiso imitar al momento de dar sus primeros pasos en la mafia?

R- Nunca quise imitar a nadie, pero en medio de mi infinita ignorancia quería ser un gran capo.

- ¿Sintió miedo de pertenecer a un cartel de las drogas? ¿Cuándo?

R- Nunca sentí miedo, y mucho menos a los narcotraficantes o a los carteles, pues en ese negocio lo primero que se pierde es el miedo al gremio. A lo único que sí le tuve miedo fue a enfrentar al monstruo de mil cabezas al interior del narcotráfico: la DEA, porque en ese mundo ellos son el anticristo.

- ¿Dijo siempre que sí a las órdenes que le daban sus superiores o alguna vez se rebeló?

R- Nunca dije que sí a algo que no estuviera de acuerdo, y muchas, pero muchas veces, me rebelé.

- ¿A cuál se negó y por qué?

R- A todas las que de una u otra forma afectaban la vida de cualquier ser humano. Para mí, siempre este fue un negocio comercial, no un campo de batalla. La gente cree que por ser un narcotraficante uno es un asesino. Eso, en mi caso, no fue así.

Continúa en parte II Sabemos que su alias dentro de la organización era “Florecita”. ¿Por qué se lo pusieron? ¿Le gustaba o, por el contrario, cree que le generaba problemas a su reputación? ¿Cómo se hubiera “autoapodado”?

R- Me lo pusieron por joven, por no tener la fuerza física que se necesitaba para trabajar en un laboratorio de drogas, pero era un niño. Para nada me afectaba y mucho menos mi reputación, ni siquiera entiendo a que reputación se refiere la pregunta. Tampoco creo que me hubiera puesto un apodo. Me cambiaba de nombre, de hecho por Martín, más por despistar a las autoridades que por cualquier otra cosa.

- ¿Qué lo llevó a tomar la decisión de delatar a sus antiguos aliados?

R- Es un poco más profundo el problema. Hay que conocer la historia para entender que es un círculo vicioso. En un momento de la historia imperó la ley del sálvese quien pueda. Ya no había reglas, ni principios, ni valores, ni amistades, ni lealtades con nadie. En ese mundo se llega a un punto en el que a lo único que se le debe lealtad es al bolsillo. Yo no traicioné a nadie, yo reaccioné ante una traición y pensé en mí, en mi familia, en mis hijos, y en la oportunidad de contarle a una cantidad de gente que había una forma diferente de terminar nuestras vidas.

- ¿Han llegado a sus oídos comentarios de los que se sintieron traicionados? ¿Teme represalias?

R- Hace muchos años, pero de personas que hoy están o tras las rejas o muertas. A lo que menos le temo es a la muerte; le temo a la soledad, al frío, al encierro, a perder la luz de mis ojos que ven a mis hijos crecer todos los días, y que no tengan un guía. A eso le temo.

- Después de todo por lo que ha pasado, ¿confía usted en alguien? ¿En quién?

R- Soy un ser desconfiado por naturaleza, pero algo sí te puedo asegurar: en este mundo son más los buenos que los malos. Confío ciegamente en una persona muy cercana a mí.

- ¿Qué ha sido lo más duro que le ha tocado vivir desde que perdió su libertad?

R- Sentarme con mis hijos a explicarles quién fue su papá, por qué lo hizo, qué pensaba, por qué actuaba así. Simplemente, para que ellos no les de vergüenza de su padre. Porque es eso, su padre.

- Si pudiera devolver el tiempo, ¿volvería a entregarse a la justicia o preferiría permanecer en la ilegalidad?

R- Algunas veces sientes que a la gente le parecería un acto de más gallardía seguir delinquiendo, y esta es una de esas preguntas que me hacen sentir eso. Pero no, me entregaría todas las veces que fuera necesario.

- ¿Se arrepiente de algo en la vida? ¿De qué?

R- Me arrepiento del mar infinito de errores al margen de la ley. Me arrepiento de haberle abierto mi corazón a muchas personas que no se lo merecían, y quizás haberlo cerrado a todos aquellos que me lo brindaban incondicionalmente. Me arrepiento de haber desperdiciado la mitad de mi vida, pero también agradezco la experiencia que hoy me invade. Y sobre todo, la fortuna que tengo de contar mi experiencia a todo el que de ella quiera aprender.

- ¿Quedan más historias por contar o todo está dicho en su libro “El cartel de los sapos”?

R- Todos los días me llegan historias, historias y más historias, cada una más alucinante que la otra, lo que no tengo es tiempo; pero historias, esas no se acabarán nunca. Es más, estoy trabajando en dos.

- ¿Pasó por su cabeza, en algún momento, que con historias sucias podría conseguir dinero limpio?

R- Gran parte del mundo escribe historias sucias, de eso está lleno el mundo editorial, literario, audiovisual. Tú estás escribiendo historias sucias, el titular de primera página de cualquier diario del mundo mañana es una historia sucia, la primicia del noticiero es una historia sucia, el problema entre tú y yo no es qué se escribe, es quién la escribe.

- ¿Le hubiera gustado protagonizar también la serie de televisión inspirada en su libro?

R- Para nada. Me siento halagado con el elenco. Como diría un célebre pensador criollo: zapatero a tus zapatos.

- ¿Qué ha pasado con su vida desde que salió a la venta “El cartel de los sapos”?

R- Lo mismo que pasaba antes de que saliera. Disfruto, simplemente, de no ser perseguido por nadie, de no deberle nada a nadie, de caminar por la calle con la frente en alto, sabiendo que mi deuda con la sociedad está saldada. Y hablando de trabajo, escribo -como le conté unas preguntas atrás-. Es la gasolina de mi carro.

- ¿Cómo se define hoy? ¿como una víctima del narcotráfico, un delincuente en proceso de rehabilitación o un soplón por convicción?

R- Ninguna de las anteriores. Como un ser humano común y corriente que trata de encajar en una sociedad.

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